viernes, 8 de julio de 2011

Los cuidados de la piel en verano

Con la llegada del buen tiempo llega la temporada de las piscinas, playas, pantalones cortos,… y por ello la importancia de saber los efectos del dominante astro SOL sobre nuestra piel.
Después de escuchar durante muchos años la importancia de protegernos de los temidos “rayos ultravioletas”, sabemos que antes de exponernos al sol hay que aplicarse una crema protectora solar, con el Factor de Protección adecuado a nuestra piel. Pero, ¿cuál es el factor apropiado? ¿hay que echarse crema cuando paseamos por la calle? ¿con una camiseta es suficiente para protegernos? El sol produce radiación visible e invisible. Los ra­yos invisibles Utravioleta A (UVA) y Ultravio­leta B (UVB) causan la mayoría de los problemas. Los dos producen el bronceado, las quemaduras y el fo­toenvejecimiento. NO HAY RAYOS ULTRA­VIOLETA SE­GUROS.
Los  rayos UV son más intensos en el verano, en zonas de mayor al­tura y mayor proximidad al ecuador. Los efectos de los rayos UV  aumentan por el viento y  el reflejo de la luz en el agua, arena y nieve. Aún los días nublados se recibe una importante radiación solar.
El uso de protectores so­lares pre­viene el daño ac­tínico cutáneo y la apari­ción de cáncer de piel. Se reco­mienda evitar los baños de sol, utilizar sombrero y vestido adecuado así como una crema  fo­topro­tectora de al menos un factor de protección de 15.
Los fotoprotectores ab­sorben, re­flejan o disper­san los rayos solares que llegan a la superficie de la piel. Se pueden encontrar en el mercado de for­mas muy diversas como cremas, lociones, aceites, geles y en barras. Todos están marcados con el Fac­tor de Protec­ción Solar (FPS)  -Sun Protection Factor (SPF)-  Cuanto mayor es el FPS , mayor es la protección contra las quemadu­ras solares, causada mayori­taria­mente por los UVB. Algunos foto­protectores llamados " Pantallas To­tales" bloquean tanto los UV A como los UV B por lo que protegen también de otros efectos del sol aparte de las quemaduras. Los fotoprotectores no son perfec­tos, por lo que la FOTOPROTEC­CIÓN debe ser  más un hábito de educación que seguir unas normas; por ello se debe comenzar por evi­tar las horas de mayor inso­lación  y vestir la ropa adecuada.
Los fotoprotectores se deben apli­car unos 20 minutos antes de sa­lir al exterior y volverlos a ex­tender cada dos horas y después del baño y del ejercicio intenso. Las sombrillas  y pantallas no previenen del todo el daño solar ya que los ra­yos son reflejados en el agua, la arena o las su­perficies bri­llantes.
La mayoría de la ropa ab­sorbe o refleja los rayos UV, pero el tejido flojo (holgado) como las prendas caladas  y la ropa húmeda pegada a la piel ofrecen poca protección. Como norma, si al mirar directamente al sol a través del tejido de una prenda se aprecia la silueta de éste, entonces  el vestido ofrece poca protección.
Si ahora hablamos de los cuidados que hay que tener con una cicatriz en esta época estival, hay que multiplicar por dos los cuidados. Los rayos UV, sean A y/o B, son fatales para la correcta evolución de las cicatrices. La piel nueva de las cicatrices es extremadamente sensible, por lo que necesita un cuidado extra. Esta sensibilidad hace que sean más susceptibles de quemarse por el sol, produciéndose una híper pigmentación de la piel de la cicatriz, por lo que se notarían más. Pero la exposición solar no sólo produce este cambio de color en las cicatrices, también hace que la piel sea más dura; por lo que la suma de ambos efectos provoca que la cicatriz, lejos de disimularse, cada vez se note más. Por todo esto, es importante protegerla de los rayos UV ahora que lo tenemos más cerca.