Con la llegada del mes de Septiembre se dejan atrás los excesos y
despreocupaciones de verano, tanto en el plano personal como laboral. Durante
los meses de verano, a pesar de tomar todos los cuidados posibles para nuestra
piel, hay veces que olvidamos aplicar el protector solar cada dos horas, no realizamos
una correcta hidratación por la noche e incluso fallamos en la elección de los
productos indicados para nuestro tipo de piel. Todo esto hace que nuestra piel
se vaya resintiendo y llegue al final del verano con muchas carencias.
Durante muchos años se creía que el bronceado era saludable, debido a que es
indispensable tomar mucho el sol para que la vitamina D se sintetice en nuestro
cuerpo. Pero en realidad, los rayos solares producen esta acción de forma
directa sobre el núcleo de las células en forma constante, siendo responsables
del aspecto ¿despulido? de la piel que muchas veces tiene como resultado final
un cáncer.
La zona donde más se pueden ver los efectos dañinos del sol es el cuello es
una zona que apenas tiene capacidad de defensa, y en ocasiones esta piel se
puede ver engrosada y manchada. Otra zona donde es muy visible los efectos
negativos del sol son las manos, donde se producen hematomas con el mínimo
roce, debido a que los capilares se vuelven frágiles.
En la zona del rostro la diversidad de lesiones que nos encontrarnos es más
alta, ya que podemos ver alteraciones tan diversas como manchas, pecas,
dilatación vascular, poros dilatados, puntos negros y arrugas que aparecen a
edad temprana.
Por todo esto es importante un correcto cuidado de nuestro cuerpo frente al
sol y sus negativos resultados, pero más importante es que este cuidado se
lleve a cabo tanto antes como después de la exposición solar y durante todo el
verano.
Una vez terminado el verano, es importante realizar una serie de cuidados y
tratamientos para regenerar la piel dañada durante la jornada estival.
Lo primero que se debe realizar es acudir a un dermatólogo para que realice
una exploración sobre nuestra piel, fijándose en las posibles modificaciones u
otros posibles problemas, dando un tratamiento adecuado para las dilataciones
vasculares.
Para solucionar el problema de flacidez cutánea, por haberse alterado las
fibras colágenas, pueden utilizarse tratamientos con radiofrecuencia o láser y
así estimular la formación de nuevas células.
Los peelings son recomendables ya que con ellos se logra una exfoliación
química y controlada, que reduce el espesor de la piel eliminando las células
superficiales muertas o dañadas.
Una vez realizados los tratamientos indicados para la renovación de la
piel, no debemos olvidar que se debe hidratar siempre, tanto desde el exterior
como del interior. Para ello se deben usar cremas o geles que estimulen la
creación de ceramidas regularizando la piel.